1/15/2011

Tª CONSPIRANOICAS 1: TIERRA HUECA

La imaginación del Ser Humano ha demostrado ser, a lo largo de la Historia, una fuente muy rica de fantasías e ideas utópicas de todo tipo, algo que en mi opinión, es muy bueno y que nos puede ayudar a comprender mejor el mundo que nos rodea; sin embargo, cuando estas ilusiones comienzan a pretender convertirse en hechos reales sin mayor fundamento que la fascinación de algunos individuos por ellas, se convierten en un problema.

Tres de las hipótesis que mejor reflejan este hecho son las denominadas Tierra hueca, Tierra cóncava y Tierra plana, una fantasía propia de la ciencia ficción que entre algunos individuos pretende pasar a formar parte de la Ciencia empírica.

1. TIERRA HUECA:

Esta hipótesis fue fundada por Edmund Halley en el siglo XVII, que sugirió que la Tierra era similar a una muñeca rusa cuyo interior consistía en una cáscara vacía con capas concéntricas y que permitía que una serie de razas superiores a nosotros habitaran en ellas. A principios del siglo XIX, Cleves Symmes retomó esta hipótesis. Según este autor, en los Polos Norte y Sur habría dos aberturas que conducirían hacia el interior de este mundo maravilloso, y tanto fue su fascinación por esta creencia, que intentó realizar sin éxito una expedición hacia los Polos en busca de ambas entradas.

En la década de los cuarenta del XX, la atracción sobre esta hipótesis renació de nuevo gracias a una serie de historias escritas por un hombre llamado Richard Shaver que fueron publicadas en la revista de ciencia ficción Amazing Stories. Estos cuentos describían un mundo subterráneo habitado por extraños robots mutantes en constante conflicto y a los que les gustaba subir a la superficie para torturar y experimentar con sus habitantes, los humanos. Sin embargo, y a pesar de que estas historias fueron reconocidas como fantasía, su autor siempre defendió la idea de que lo que escribía era cierto.

Sin embargo, no fue hasta 1970 cuando Ray Palmer, quien había sido editor jefe de la revista anteriormente citada en la época de Shaver, publicó un artículo en la revista Flying Saucers en la que volvía a hacer referencia a la hipótesis de la Tierra Hueca, afirmando esta vez que se trataba de algo real. En su publicación, apoyada principalmente en la obra Mundos más allá de los polos de Amadeo Giannini, Palmer escribía que en el Polo Norte había un agujero que conectaba un mundo habitado en el interior de la Tierra con el nuestro y, como ejemplo de que lo que afirmaba era verdad, hizo referencia a una supuesta expedición llevada a cabo en febrero de 1947 al Polo Norte por el vicealmirante norteamericano Richard Byrd. Según los relatos de Palmer y Giannini, este piloto habría descubierto el citado agujero en el polo y habría contemplado a los habitantes de su interior. Desde entonces, para los seguidores de la hipótesis de la Tierra Hueca, los violentos robots descubiertos por Shaver comenzaron a caer en el olvido para transformarse en una raza pacífica y culta de criaturas evolucionadas encargadas de guardar valiosos conocimientos secretos y avanzada tecnología en su maravilloso reino, llamado Agharta y gobernado por el rey del mundo. Sin embargo ¿son de fiar estas afirmaciones? ¿Es posible la existencia de un planeta hueco? Veámoslo paso a paso:

Shaver, el recuerdo de Lemuria:

Richard Sharpe Shaver nació en Pensilvania (EEUU) a principios del XX y trabajó como soldador. En 1940, Shaver comenzó a publicar exitosas historias en una revista de ciencia ficción acerca de una raza prehistórica que habitaba el interior de la tierra: sus personajes eran herederos de los atlantes y los titanes que, debido a una serie de guerras cósmicas, fueron abandonando lentamente la Tierra, dejando su maravillosa maquinaria en los túneles subterráneos del planeta. Sin embargo, algunos de aquellos hombres se quedaron y enloquecieron debido a la radiación del Sol, convirtiéndose en los Deros (robots perjudiciales), que se volvieron malvados y se dedicarían a causar cataclismos en la Naturaleza, torturar a los hombres que caían en sus manos y violar a las mujeres que atrapaban; pero también sobrevivirían otros robots benévolos (Teros) que son los encargados de luchar contra sus hermanos. Shaver siempre dijo que esas criaturas eran reales y que él había entrado en contacto con ellas a través del campo magnético de la bobina de su máquina de soldadura, lo que le permitía escuchar los pensamientos de estos seres. Unido a su éxito en ventas, creció su obsesión por los Deros, de los que afirmó que sus máquinas atlantes tenían el poder de torturar a los humanos haciéndoles escuchar voces en sus mentes y proyectando en ellas imágenes terribles; y llegó a decir que estas criaturas, enteradas de que había informado de su existencia a los humanos, querían matarlo. Sin embargo, ¿era verdad todo lo que Shaver contaba? Michael Barkun, un investigador de movimientos religiosos y teorías conspiranoicas de la Universidad de Siracusa (EEUU) pronto dio con la verdad:

En torno a los años treinta del XX, mucho antes de “conocer” a los Deros, Shaver había sido hospitalizado en un psiquiátrico donde le fue diagnosticada Esquizofrenia paranoide. Los síntomas de esta enfermedad son, principalmente, las alucinaciones auditivas, que hacen que el enfermo escuche voces descontroladas en su cabeza (este es el origen de las misteriosas voces que sólo Shaver oía y que achacaba a los Deros); y las ideas delirantes de relación y significación, que consisten en ideas y obsesiones incoherentes, irreductibles a la argumentación lógica y muchas veces incomprensibles que hacen que el enfermo relacione su persona con los acontecimientos que ocurren en el mundo exterior, de modo que todo lo que pase tenga un significado especial que sólo él es capaz de comprender (esto se corresponde con la obsesión de Shaver de que él era una suerte de elegido por los intraterrestres y el único capaz de entender su idioma, además de las contradicciones que escribía en sus historias y que debían ser editadas por Palmer para no perder sentido).

Como podemos ver, este hombre no era sino un enfermo que, bien por inocencia bien por desesperación, creyó que lo que su dolencia le mostraba era la realidad y se abrazó a las alucinaciones de robots subterráneos y conspiraciones cósmicas que hacían de él un Elegido y no un simple hombre enfermo.

Ray Palmer y el viaje fantastico del Vicealmirante Byrd:

En 1970, el editor y escritor de ciencia ficción Raymond Arthur Palmer publicó una curiosa hipótesis basada en algunos artículos y obras de ciencia ficción sobre extraterrestres y habitantes del interior de la tierra que se convirtió en toda una controversia para los seguidores de los movimientos ufológicos y shaverianos. Palmer afirmó en su obra que el vicealmirante norteamericano Richard Byrd había viajado en febrero de 1947 al Ártico, donde había descubierto una serie de prodigios como que donde debía haber nieve y hielo, tan solo veía tierra con montañas, bosques, lagos y ríos y que, entre la maleza, había divisado a un extraño animal semejante a un mamut. Del mismo modo, Palmer escribió que en enero de 1956, durante una expedición a la Antártida, el vicealmirante Byrd había encontrado la llamada Ciudad del Arco Iris, una fabulosa civilización perdida. De este modo, Palmer concluyó su trabajo afirmando que, como muchos antes habían sospechado, la Tierra tenía dos profundos hoyos en los polos que la atravesaban.

Sin embargo, estas afirmaciones pronto se mostraron fácilmente quebradizas, pues ninguno de los argumentos que Palmer atribuyó al vicealmirante Byrd han podido confirmarse a pesar de todas las investigaciones realizadas: no se ha podido demostrar si quiera que el supuesto vuelo del vicealmirante Byrd al Polo Norte se hubiese realizado alguna vez, pues en la fecha que Palmer afirma que se produjo, Byrd sobrevolaba la Antártida durante el transcurso de la operación High Jump; es decir, se encontraba en la otra punta del planeta. Por su parte, sobre el descubrimiento de la Ciudad Arco Iris, Palmer afirmaba que este se intuía en lo que supuestamente el vicealmirante Byrd habría dicho sobre la Antártida: “Podía haberse llamado la Avenida de los Arco Iris Helados. Al este y al Oeste se alzaban grandes montañas. Algunas no estaban cubiertas por el hielo; eran negras como el carbón o de un rojo ladrillo. Otras estaban cubiertas de hielo por completo. Estas parecían cataratas gigantescas. Allí donde el sol tocaba sus picos y laderas, la luz se reflejaba en toda una gama de colores. Había una mezcla de azules, púrpuras y verdes tal como pocas veces ha visto el hombre.”; sin embargo, esa descripción parece hacer más referencia al fenómeno atmosférico denominado Halo que al descubrimiento de una civilización legendaria: el fenómeno del Halo es un efecto óptico causado por la presencia de hielo en la Troposfera creando un espectro de colores desde el rojo hasta el azul pasando por el verde o el amarillo en torno a un cuerpo luminoso. Como podemos ver en esta descripción, el vicealmirante Byrd está mostrando como la región de la Antártida en que se encontraba estaba rodeada por montañas, algunas de las cuales no estaban cubiertas del todo de nieve mientras otras, completamente heladas, daban la impresión de ser como una imponente cascada de agua. Estos montes helados, dice Byrd, reflejaban la luz del sol formando arcoíris (un fenómeno que podemos observar en nuestra propia casa gracias a la refracción de la luz en un cristal, por ejemplo), y por eso se podría llamar a aquel lugar la Avenida de los Arco Iris, debido al sin duda impresionante y hermoso espectáculo que debía ofrecer. Por su parte, otra de las supuestas afirmaciones del vicealmirante respecto a este tema es la frase: “un continente encantado en el cielo” que, según Palmer, vendría a ser definitiva sobre la existencia de la ya citada civilización Arco Iris; sin embargo, esa afirmación no es más que una descripción de un fenómeno atmosférico muy normal en esas latitudes: el espejismo por inversión de temperatura, más conocido como Fata Morgana. Este fenómeno es una ilusión óptica que se manifiesta cuando la separación entre el aire caliente y el aire frío cerca de la superficie terrestre actúa como una lente refractante; esta lente produce una imagen invertida sobre la que otra imagen más distante (desde montañas, islas o témpanos de hielo) parece flotar, formando ilusiones caprichosas semejantes a castillos de cuento.

El artículo de Ray Palmer es, en mi opinión, un argumento magnífico para escribir una obra de fantasía, sin embargo, pretender hacerlo pasar por Ciencia dadas las circunstancias, es una equivocación.

¿Puede estar hueco un planeta?

Son numerosos los defensores de la Tierra Hueca que sostienen algunas premisas sobre la veracidad de su hipótesis, tanto desde un punto de vista científico como teológico (de este último me ocuparé brevemente más adelante). Un ejemplo lo encontramos en esta afirmación de Hector Piccó, escritor apasionado del tema: “La teoría de la tierra maciza es demostradamente imposible desde el punto de vista de la física y de la astrofísica, pues tendría una masa tal que atraería a todos los planetas del sistema, y posiblemente sería más pesada que el sol... se las han ingeniado muy hábilmente para ocultar esa realidad a la masa mundial, con las mismas estrategias que sus ancestros. A ello han servido millones de imágenes de la tierra maciza, en libros, revistas, diarios, documentales televisivas, etc. Estos gobernantes usan el asunto para que sólo miremos para arriba o "afuera", y no veamos lo que se oculta abajo, o sea "adentro" de nuestro propio planeta”. Sin embargo, ignorando las alusiones a las hipótesis del complot, ¿es cierto que la tierra maciza es una teoría imposible? Veamos:

La manzana que nunca cae:

Según Piccó, la Tierra no puede no ser hueca, ya que si fuese maciza, su masa sería tan potente que atraería como un imán a los planetas del sistema solar. Sin embargo, esto es falso por muchas y evidentes razones: primero, toda la masa de la Tierra tiende a ir hacia el centro de gravedad (el centro de la misma), y de no ser la tierra maciza (y conforme más cerca del centro se está, más densidad hay) toda la materia de la misma se colapsaría hacia el mismo centro, a menos que una fuerza mayor que la de la gravedad la sostenga. Por ejemplo, para evitar que una manzana caiga hacia el centro de gravedad, nos basta con sujetarla con una mano o con el mismo suelo, ya que su masa es insignificante, pero cuando hablamos de un peso tan grande como el de toda la superficie terrestre, no hay posibilidad de sustentarlo, pues hasta el material más resistente se partiría como un palillo. Por otro lado es el giro del centro de la tierra, compuesto de Hierro, lo que crea el campo magnético que protege a nuestro planeta de las radiaciones y del viento solar; sin él no podría haber vida en la Tierra.

La Física demuestra que la Tierra no puede estar hueca (ningún planeta puede, de hecho), porque si una estructura del tamaño de la Tierra fuese hueca, la propia gravedad de su interior la colapsaría y destruiría de inmediato. Las propiedades físicas y la estructura del interior de nuestro planeta pueden medirse en la actualidad con exactitud por medio de instrumentos especializados que nos han permitido descubrir que la Tierra está compuesta por cuatro capas principales: la corteza, formada por granito en los continentes y roca basáltica en las fosas marítimas, con un grosor de 30 a 40 km aproximadamente; el manto, compuesto por silicatos de magnesio, hierro, calcio y aluminio en estado sólido a lo largo de 2900 km hacia el interior del planeta; el núcleo, cuya composición se especula que podría tratarse de hierro fundido principalmente y, por último, el nucléolo, situado a unos 5090 km y del que se sospecha que pudiera ser sólido debido a la congelación de hierro bajo una presión de 3.200.000 atmósferas. Muchos de estos datos son, como puede comprobarse, meras especulaciones, sin embargo ninguna de ellas ha sido aprobada como infalible hasta que las pruebas al respecto sean concluyentes y aceptadas formalmente por el método científico.

Además, según los análisis geofísicos realizados en el Instituto de Tecnología de California (EEUU) se estima que la temperatura interior del planeta es de 6.300ºC y, en principio, la temperatura de su centro alcanzaría los 6600ºC (mayor que la de la superficie solar). Algo que, como mínimo, nos invita a admitir la posibilidad de un planeta hueco como algo más que disparatado.

Sin embargo, hay otros datos curiosos que podemos añadir:

El Sol interno:

Según los defensores de la hipótesis de la Tierra Hueca, los habitantes intraterrestres de la misma se valen de un sol interno que los ilumina y les da el calor suficiente para sobrevivir; sin embargo, esta suposición es absolutamente imposible (a menos que consideremos que ese supuesto sol sea una metáfora del núcleo terrestre, lo que la convertiría tan sólo en astronómicamente improbable), ya que los efectos de un sol en miniatura a tan escasa distancia serían los equivalentes a hacer estallar millones de bombas atómicas en el interior de la Tierra. No habría manera de evitar las radiaciones nocivas de toda estrella, ni de deshacerse de todo el calor, que se iría acumulando y destruyendo todo rastro de vida tanto fuera como dentro de la Tierra y fundiendo cualquier material, por resistente que fuese. Además resulta imposible que un sol tan pequeño pueda llegar a existir, puesto que una estrella se basa en el equilibrio de fuerzas entre gravedad y fuerza atómica. Al ser tan pequeño, la energía atómica dispersaría el sol hasta convertirlo en una nube de gas inerte. Por último, podríamos decir, casi anecdóticamente, que el hecho de tener un sol en el interior de la Tierra evaporaría todos los océanos y nos convertiría en una roca cubierta de vapor. Además, teniendo en cuenta que esta hipótesis sostiene la existencia de dos agujeros en los polos, la potente luz que emanaría de ese sol interno tendría por lógica que colarse por esos dos agujeros y, al menos en el que supuestamente se abre en la Antártida, tendría que haber sido avistado por todos los exploradores que han viajado hasta su mismo centro, pero no ha sido así, ya que el agujero tampoco ha aparecido.

Agujeros en los Polos y placas flotantes:

Por otro lado, el supuesto de los agujeros en los polos es una locura, ya que en el caso del Polo Norte y según la hipótesis de la Tierra Hueca, ese agujero se encontraría situado en pleno océano ártico. ¿Dónde iría a parar el agua que se cuele por allí? ¿Se perdería por el otro agujero o inundaría a los intraterrestres? Y por parte del Polo Sur, como ya hemos dicho, ninguno de los expedicionarios que ha alcanzado su centro ha encontrado ninguna oquedad: No existen pruebas empíricas que demuestren que existen dos agujeros en los polos.

Por supuesto, en este punto (y en muchos de los anteriores) un defensor convencido de la Tierra Hueca emplearía el argumento de la conspiración, sin embargo, teniendo en cuenta la gran cantidad de seguidores de esta hipótesis que por internet se dedica a desvelar los secretos que los gobiernos quieren ocultar sobre los habitantes del interior de la Tierra, yo personalmente desconfío de esas ilusiones confabuladoras y, es más, animo a todos los defensores de esta hipótesis a que viajen a la Antártida, busquen dicho agujero y traigan pruebas empíricas de su existencia real.

Hay también algunos defensores de la hipótesis de la Tierra Hueca que argumentan que durante unas excavaciones en Siberia la perforadora comenzó a agujerear la tierra de modo descoordinado, como si estuviese perforando el aire y que, cuando los encargados comenzaron a investigar que estaba pasando, escucharon voces desde el interior del agujero (otros dicen que eran llantos y gritos). Sin embargo, esta historia no es más que eso mismo, una historia, porque teniendo en cuenta la profundidad a la que podía llegar la perforadora jamás habrían pasado la capa más superficial de la Tierra, la corteza, que en algunos sitios cuenta con casi 10 Km de profundidad.

De la Física a la Teología:

Curiosamente, existen algunos defensores de la Tierra Hueca que recurren a la Biblia para sostener su hipótesis y para ello emplean de forma constante el siguiente versículo de Filipenses 2:10-11, que dice así: “(…) para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y bajo la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es El Señor, para gloria de Dios Padre”. Estas personas afirman que cuando San Pablo dice “los que están bajo la tierra” se está refiriendo a los que viven bajo la superficie terrestre, es decir, a los intraterrestres (los Deros y Teros de Shaver y demás supuestas criaturas). Bien, centrándonos en lo que dice la Teología (filosofía aplicada al estudio de la divinidad), la correcta interpretación de esa frase debe entenderse del siguiente modo: los que están en los cielos son los habitantes de la realidad invisible, es decir, los ángeles o espíritus puros y los santos (tanto los famosos como los no famosos); mientras que los que viven en la tierra somos nosotros mismos y, finalmente, los que están bajo la tierra, serían los demonios y las almas corruptas, es decir, el Infierno. Este pasaje es, como la mayor parte de la Biblia, una metáfora, pues en la antigua Israel se creía que los hombres malvados iban a parar al Hoyo o Gehena (al Infierno, en otras palabras), la cual se encontraba bajo tierra como contraposición a la Morada de los Justos o Paraíso, que se encontraría en el Cielo.

La Biblia es un libro mucho más complejo que Harry Potter, por ejemplo, y esa misma complejidad convierte en contraproducente una interpretación a placer y, desde luego, pretender leerla y explicarla de forma literal es tan disparatado como pretender comprender un manual de estructuras de ingeniería sin tener la más mínima idea de Física.

Conclusiones:

Y, ya por último, hay quien aún sostiene que, a pesar de todo lo explicado anteriormente, la vida intraterrestre es posible; sin embargo, teniendo en cuenta las altísimas temperaturas a las que esos supuestos vecinos se encontrarían expuestos, sumado a la presión que deberían soportar, no solo no es posible que la vida pueda mudarse a este lugar, sino que es imposible que esta nazca allí. De existir algún intraterrestre, hace mucho que debió subir a la superficie para no morir achicharrado o aplastado por su propio peso.

Posibles orígenes de la fantasía de la Tierra Hueca.

Ya hemos visto como los análisis y pruebas físicas (y teológicas) demuestran que la existencia de un planeta hueco es imposible y que la vida en el interior del mismo lo es aún más. Sin embargo ¿de dónde proceden estas ideas? ¿En que se inspiraron los autores de estas hipótesis para llegar a creer que la Tierra era hueca? La respuesta la encontramos en la mitología:
El estudio de los mitos recoge narraciones acerca de lugares y personajes cuya acción transcurre bajo tierra. Los más relevantes en los que me centraré son los griegos, irlandeses e hindúes:

Griegos:

El Hades (equivalente al She’ol hebreo), que se encontraba bajo nuestros pies y era el lugar al que viajaban las almas de los difuntos, donde les esperaba un premio si habían sido buenas o un castigo si habían sido malas, todo ello en recintos separados dentro del mismo lugar.

El dios Poseidón, señor de los mares y de las aguas subterráneas. Cuenta la mitología que Poseidón solía recorrer el interior de la Tierra con su carro tirado por caballos y que los griegos sabían cuando pasaba bajo ellos porque la tierra temblaba. Este mito, tomado por muchos defensores de la Tierra Hueca como una muestra de que los antiguos ya sabían que bajo ellos habitaban titanes y criaturas muy evolucionadas, es sin embargo una simple y astuta explicación para un fenómeno natural: el terremoto; una práctica muy empleada por los griegos para comprender mejor su alrededor (por ejemplo, que las tormentas se deben a que el dios Zeus está furioso, etc.).

Irlandeses:

Los Tuatha de Danann son, según el compendio mitológico del Leabhar Ghabhála (Libro de las Invasiones) un pueblo mítico de magos y semidioses llegados de unas islas del norte cuya situación geográfica no se concreta, que se establecieron en Irlanda tras expulsar al pueblo precedente, los Fir Bolg, y se enfrentaron contra la raza de gigantes Fomorians que intentaban derrocarlos. Tras varios siglos gobernando la isla, los gaélicos llegaron a sus costas desde España y los expulsaron y, según la leyenda, los Tuatha de Danann se trasladaron a vivir bajo las colinas del país, convirtiéndose en las hadas y duendes de su folclore nacional.

Sin embargo, en mi opinión, lejos de demostrar la existencia de personas superiores mudadas al interior de la Tierra, este mito se refiere a los llamados Cnoc o Sídhe (colina hueca), túmulos de época prehistórica cubiertos de hierba y con forma de colina artificial. Un ejemplo lo encontramos en el túmulo de Newgrange que, según la mitología, era el palacio de uno de los príncipes de los Tuatha de Danann; sin embargo, las recientes investigaciones han descubierto que en realidad se trata de un inmenso mausoleo cuya forma simula a las colinas del país. De este modo, cuando la leyenda nos dice que los Tuatha se marcharon a gobernar bajo las colinas, nos está indicando que los Tuatha murieron, posiblemente en la guerra contra los gaélicos, y fueron enterrados en estas tumbas.

Por otro lado, nos encontramos con el mito del submundo, Annwn en gaélico, muy similar al ya referido del Hades griego: el Annwn sería una tierra maravillosa gobernada por un rey llamado Arawn (en los mitos posteriores el rey es llamado Gwyn ap Nudd); a este lugar tan solo podrían acceder aquellos incautos engatusados por los engaños de las criaturas feéricas. El Annwn ha sido tradicionalmente situado en una isla del otro lado del mar (e identificada en numerosas ocasiones con la isla de Ávalon), sin embargo, posteriormente fue situado, al igual que Ávalon, en la colina de Glastombury (Somerset) y de él comenzó a decirse que su entrada estaba en la Torre que hay en el otero. Sin embargo, esta torre, de nombre Torre de San Miguel, no es más que el recuerdo de una antigua abadía destruida por la disolución de los monasterios ingleses entre 1535 y 1539; nada que ver con la mitología gaélica.

En realidad, la leyenda del Annwn y su acceso a través de la Torre datan del romántico siglo XIX que, rememorando una vieja leyenda, afirmaba que San Collen, enterado de que los espíritus y las hadas reinaban sobre la colina y atraían a las gentes hacia su embrujo, se acercó hasta allí para hablar con su rey, pero este intentó engañarlo y lo tentó numerosas veces a que comiese comida de las hadas (lo que ocasionaba la locura y la muerte para los mortales si no volvían a probar un segundo bocado), por lo que el santo, armado con un frasco de agua bendita, lo aspergió sobre los espíritus, que se revolvieron y abandonaron el otero para internarse en el interior de la colina. Sin embargo, la interpretación más razonable es la de que la colina de Glastombury era un centro de culto pagano (en el que, como curiosidad, tal vez se realizasen sacrificios humanos rituales a juzgar por su apariencia) al que los católicos hubieran querido cristianizar; motivo por el cual levantaron una abadía en aquel otero. El mito del enfrentamiento entre el rey del Annwn y San Collen, no sería sino una alegoría del triunfo del bien sobre el mal y el exilio de éste bajo tierra, es decir, su vuelta al infierno.

Hindúes:

El mito principal que se relaciona con este tema es el de la denominada ciudad de Shambala. Según la tradición hindú (y budista), Shambala sería una ciudad maravillosa llena de abundancia y sabiduría. Según las distintas tradiciones, esta ciudad bien se trataría de un lugar intangible al que tan solo es posible acceder a través de la meditación, o bien sería un lugar físico que se encontraría situada más allá del Himalaya, en un lugar escondido y de difícil acceso. Son varios los mitos acerca de esta ciudad, tanto en la tradición hindú como en la budista, sin embargo, en ellas no se hace referencia a la Tierra Hueca. Entonces ¿de dónde ha salido esa fantasía?:

Según Helena Blavatsky entre otros esotéricos, esta ciudad sería la capital de un reino subterráneo denominado Agharta (del cual hablé en el primer apartado), que estaría formado por diversas galerías trazadas bajo ciertos puntos concretos del mundo, como la Gran Piramide de Giza en Egipto, el Amazonas en Brasil o el desierto de Gobi entre Mongolia y China. De este modo, la Nueva Era tomó el nombre y el concepto del mito de la ciudad india de Shambala y lo mezclaron con sus propias creencias esotéricas.

En realidad, y según las corrientes orientales mayoritarias, Shambala no es una ciudad terrena (sobre el suelo, en el mito), sino una ciudad puramente espiritual a la que, según la teología hindú, tan solo las almas que han superado su ciclo de reencarnaciones y los vivos cuyo karma está en perfecto equilibrio con el cosmos, pueden acceder (ya sea el propio alma o por la meditación) y, en cualquier caso, dicha ciudad siempre ha sido descrita por los textos hindúes como una ciudad que se encuentra sobre la superficie terrestre.

***

Yo soy una de las personas que creen que el Mito no ha de ser por fuerza una mentira, siempre que el contenido esencial de su mensaje sea cierto. Así, las parábolas que Jesús narra en el Nuevo Testamento bíblico, por ejemplo, son verdad en tanto en cuanto la enseñanza de las mismas lo es y a pesar de que los personajes a los que nombra nunca existiesen como tales ni sus hazañas fuesen tal y como se presentan. Parafraseando al escritor y filólogo inglés J.R.R. Tolkien: “al crear un mito y poblar el mundo con elfos, dragones y trasgos, el narrador… está reflejando un fragmento de la luz de la Verdad”.

Estas historias, estos mitos, fueron concebidos con la intención de facilitar y embellecer nuestra comprensión del mundo, en otras palabras, para ayudarnos a crecer como seres humanos. Sin embargo, cuando pretendemos utilizar estos instrumentos para fines distintos de los que les corresponden, el contenido de dicha mitología se contamina y malogra, pues la naturaleza de estas historias sobrevive en el mundo de lo fantástico, desde el que nos ayudan a crecer y a liberar nuestra comprensión; mientras que en el mundo de lo real, no pasarían de ser más que simple palabrería barata. Es por esa razón por la que el propio origen de la hipótesis de la Tierra Hueca es corrupto, ya que se basa en la destrucción del sentido mitopoeico de las historias de las que bebe.

Referencias contemporáneas:

La Tierra Hueca ha estado, desde su apogeo en el siglo XIX, muy presente en numerosas obras de literatura fantástica de fama internacional. Los tres ejemplos más destacables (aunque no los únicos) son:

  • Viaje al centro de la Tierra, de Jules Verne: en esta obra se narran las aventuras del profesor Liddenbrock y su sobrino Axel al centro de la Tierra siguiendo los pasos de un antiguo explorador alemán. Durante su viaje, encontrarán un océano poblado por monstruos marinos, un bosque de hongos y de vegetación prehistórica y a extraños humanos de cabezas gigantescas.
  • Tarzán en el interior de la Tierra, de Edgar Rice Burroughs: en esta novela se cuentan las aventuras del héroe Tarzán durante su viaje al mundo subterráneo de Pellucidar, un lugar de época prehistórica habitado por animales y humanos.
  • Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol: este cuento narra las aventuras de Alice Kingsley, una niña inglesa que, tras perseguir a un conejo, cae por una larga madriguera que desemboca en un extraño mundo bajo tierra. En este lugar, viven animales, plantas y objetos parlantes, además de extraños humanos caracterizados por estar locos.
Del mismo, modo, la Tierra Hueca es también bastante usual en la industria cinematográfica, de la que podemos resaltar las numerosas adaptaciones realizadas desde la literatura; un ejemplo de ellas lo encontramos en la última versión cinematográfica de Alicia en el País de las Maravillas de la mano del norteamericano Tim Burton, en la que se hace referencia de forma explícita al País de las Maravillas como un reino en el interior de la tierra a modo de las antípodas del nuestro al que sus propios habitantes llaman Submundo (Underland en la versión original).


CONCLUSIÓN:

Como hemos podido leer, no hay ninguna prueba empírica que demuestre la existencia de un planeta hueco (y sí muchas que demuestran que este es imposible). La idea de una tierra hueca es, de este modo, una ilusión espléndida para el mundo de la fantasía de la que pueden surgir historias geniales, pero un despropósito para la realidad científica, fácilmente descartable por la ciencia moderna y la simple observación. Una ilusión espléndida para la ficción, pero ilusión al fin y al cabo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

saludos

tú hablas de pruebas empíricas, pero has tomado las 'pruebas científicas actuales' y las asumes por completo que son verdad, pero, ¿has podido comprobarlas tú?, digo porque afirmar algo así tan feaciente, no me parece muy acertado...

a propósito no estoy a favor de la tierra hueca, pero es una posibilidad al igual que la tierra maciza...

Arwing Rox dijo...

Buenos días, Anónimo.

Si te refieres a comprobaciones a nivel oficial, no, tan solo he trabajado a menor escala en laboratorio, pero vamos, solo con la razón y el sentido común se puede comprobar que la Tierra no está hueca:

Hay tres hipótesis conspiranoicas acerca de como es la Tierra: la hueca, la cóncava y la plana; todas dicen tener pruebas que demuestran que la suya es la hipótesis real, todas se basan en supuestos testimonios de exploradores e individuos que afirman haber visto una ciudad subterránea poblada por atlantes, al continente americano a través de las estrellas o una gran catarata por la que goteaba el océano, y todas, todas, afirman que hay una conspiración para evitar que la masa mundial conozca la verdad. ¿La Verdad? ¿Cuál de las tres? ¿La que dice que vivimos en un planeta redondo y hueco poblado por gigantes, la que sostiene que los intraterrestres somos nosotros porque vivimos dentro de una esfera o la que defiende que nuestro planeta está más plano que una tabla?

Por su parte, las "pruebas científicas actuales", menos imaginativas y más prácticas, se han preocupado de aportar datos comprobables, contrastables y falseables por medio del análisis, el estudio y los fundamentos físicos. Amén de que acatan las pautas del método científico, lo que garantiza que ninguna hipótesis pueda ser tomada en serio (convertirse en teoría) a menos que sus razones y pruebas puedan comprobarse, contrastarse y falsearse. Todo lo contrario a las hipótesis conspiranoicas (me vale cualquiera, desde OVNIS hasta sirenas).

Por ejemplo: si le decimos a un defensor de la Tierra Hueca que "si una estructura del tamaño de la Tierra fuese hueca la propia gravedad de su interior la colapsaría y destruiría de inmediato", él nos podría responder con total naturalidad que en realidad la Tierra es hueca y que no se colapsa porque los herederos de los atlantes que viven en su interior la sostienen con unas potentes máquinas que emiten rayos azules... Pero otro también podría responder que en realidad no se colapsa porque hay un enorme titán llamado Tomasito que la sostiene... Y así ad infinitum. Eso es lo que se conoce como "no falseable" y, por lo tanto, no científico. De este modo, no solo la Tierra Hueca no es una "posibilidad" como la Tierra Maciza, sino que encima ni siquiera es Ciencia.

La solidez de la Tierra hace mucho que dejó de ser una hipótesis para pasar a convertirse en un hecho físico (por encima del grado de Teoría en la escala científica): por ejemplo ¿aceptas la Tª de la gravitación universal? Si es así, puedes realizar pruebas por tu propia cuenta o acudir a cualquiera de los numerosos experimentos realizados y calcular la constante de gravitación (g=9'8 m/s2), y con simples cómputos, tomando las medidas de la Tierra, constatar que es impensable que ésta no sea maciza ni, además, muy densa. Pero si no aceptas esta tª, tendrías que dar una explicación a fenómenos como las estaciones, el día y la noche, los eclipses o que todos estemos pegados al suelo. La Hipótesis de la Tierra Hueca (y de las demás) no acepta esta teoría pero, más allá de los testimonios, las fantasías y la obsesión conspiranoide, no han aportado ningún dato ni prueba real que le den un mínimo de credibilidad científica.

No es que asuma las "pruebas científicas actuales" como algo infalible, pero me vas a permitir que, visto lo visto, la lógica, la coherencia y la evidencia me obliguen a darle, por lo menos, un poquito más de crédito a la ciencia efectiva que a las vaporosas contradicciones de las hipótesis conspiranoicas.

Portgass dijo...

Hay que ser idiota para creerse que la Tierra es Hueca